Que significa la soledad? Quién está realmente solo? Me siento increíblemente débil, frágil. No soy una de esas muchachas tan menuditas que pareciera han de quebrarse al ser dobladas en dos. No soy frágil de esa forma, no. Mas bien siento que cada vez ese hilo atado a los dos techos de edificio, esa fina cuerda en la que juego a ser malabarista, tratando de mantener el equilibrio a medida de que avanzo, es cada vez mas fina. Cada paso que doy se convierte en un pedacito de fibra suelto de la cuerda por la que ando. A lo lejos, en el segundo edificio- mi destino- veo a alguien. Está vestido con ropas obscuras. Abrigado, protegiéndose del frío invierno diferente de lo nuevo. Él, con bufanda azul océano, sostiene mi cuerda. Le pido a gritos que la sostenga con más fuerza, pero yo soy cada vez más pesada. Lloro y me arrastro a cuatro patas para ver si de ese modo me hago más liviana. Estoy desesperada. Me doy cuenta de que el llanto no ayuda, pero no cesa. Grito hasta que duelen mis pulmones. Duelen como aquella vez, cuando inocente, tuve pulmonía y mi pulmón derecho se lleno de líquido. No me rindo. Grito. No dejaré que mi compañero de bufanda azul me abandone. Pase lo que pase, no se romperá mi hilo.
